domingo, agosto 30, 2009

Nocturnos

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La anciana vecina ha muerto. Se extraña el ruido de una silla, unos pasos que siempre se perdían en la voz del locutor de la radio. El sonido del teléfono a la misma hora. La voz entrecortada de la charla de dos o tres minutos. La ventana de su casa está cerrada. La única luz es la que entra por la calle. Detrás de las cortinas, me parece ver a la anciana en su silla, tejiendo una larga bufanda para el próximo invierno.


Al alba reír de no muerto. Reír como los pasillos, los zaguanes cuando los alumbra un juguete olvidado con toda la ausencia de niño derramada.

Descansa la camisa del hombre en los hombros de la silla. Alguien enciende una luz allá afuera e ilumina el cuarto. Los cuadros de la camisa vuelven a entrecruzarse.

Un puño contra la mesa y el vaso de vino se vuelca. Los papeles vencidos, los versos de Marechal, el poema de amor sin terminar. La tinta de los versos se une a la uva tinta del vino. La otra tinta, la de las venas, no ve luz por ahora.

La cama, su hendidura extendida donde descansa un muerto ausente.


Rezo y ritual del solitario que sale al jardín para contactarse con ese cielo de Bagdad cuya estrella principal quedará sola luego del último encargo. Después entrará en la casa y se echará de hombros en la cama. De nuevo, como cada noche, la estrella dormirá afuera.


Dormite, noche. La noche, la idea de la noche, anda despierta.

domingo, agosto 23, 2009

El "señor" no está

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Domingo temprano. Me pongo a escribir.
Nada me toca.
Tengo un cartel de NO ESTOY.
Entro en lujuria.
La mañana del domingo debería tener dos mañanas.
La noche al menos una.

sábado, agosto 15, 2009

Accesos

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Recuerdo mi infancia en aquella vereda.
Recupero el frío en las rodillas de cuando
mis pantalones cortos.
Solía disolver mi tiempo en el caldo
de la melancolía. Amé pensar, ser libre.
Incrustarme en la mañana como los caracoles
en el casco de un barco. Me pongo de pie
para ver desfilar los plátanos de la costa.
Cómo se arrojan uno a uno a las aguas del río.

domingo, agosto 09, 2009

Sucedido

.
¿Qué
hacés ahí
parado
mirando?
le preguntó
el pajarito
al árbol.

Y
el
árbol
se
fue
volando.

sábado, agosto 01, 2009

Nadie en la rosa

.
No había nadie en la rosa.

También llamé al martes
y resultó ser un sarcófago de antiguas avestruces:
se engullen todo lo que pienso y digo.

Tampoco nada en las cosas.

Sólo yo con la mueca de alguien.
Como besado por la muerte.

Maldigo este espejo multiplicado.
Eslogan demencial. Crucifixión baldía.
Sueño de un idiota que me regurgita
después de haberme comido sin ganas, sin hambre,
sin pena ni gloria.

Hartazgo.
Me instalo en verdes agonías.

Rodar como un frasco vacío y después contemplarme
en un ciprés.

Nada en las cosas. Nada.
Las avestruces han acabado ya
con la rosa que yo golpeaba para que salga alguien.

Ahora tengo los nudillos del color de los santos.

En el chorrito de la fuente de aquella plaza
yo bailaba dulce tocado por su destino.