sábado, julio 18, 2009

Hoy, aforismos

Llegar a una Grecia abúlica, inactiva, muerta en las calles, donde todo griego permanezca nada más que ocupado en conocerse a sí mismo.
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Si uno es abogado en Argentina puede llegar a ser presidente. Después es un proceso natural pasar del sillón de Rivadavia al banquillo de los acusados.
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Un catálogo de lápidas con sus epitafios para elegir y poder confeccionar nuestras tarjetas de invitación.
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Cambiar el mundo es algo que a las empresas no les interesa. Todos soñamos con un mundo mejor suena como un eslogan de una de ellas. El mundo está cambiando es otra linda frase. Me figuro el estallido del mundo esponsoreado por empresas con sede en otros planetas.
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Esa manía de convertirnos en gusanos que tienen las bolsas de dormir.
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Un poema malogrado que nos mire tuerto, caído de hombros, andrajoso, y que nos reproche el terrible hecho de haberlo escrito.
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Las mortajas son mucho más cómodas que los trajes de comunión.
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Sacar un conejo de una galera es arte de magos. Sacar uno de una olla es arte de cocineros. Los conejos siempre estuvieron destinados al arte.
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El miércoles 22 de julio a las 21:00 leerán aforismos míos por radio.
El programa es Luna de pájaros y lo conducen Liliana Chávez y Darío Leiva
y va por FM Radio Vital de Córdoba. Para escuchar por internet: www.fmvital.com.ar
Y el blog de Luna de pájaros es este: http://lunadepajaritos.blogspot.com/

domingo, julio 12, 2009

Con la boca llena

No se habla con la boca llena, me dijo
pero yo tenía la boca llena de palabras.
-¿Con qué se habla sino?, le pregunté con las manos
que tenían la boca llena de palabras.

sábado, julio 04, 2009

Barbijos (recreación del capítulo 7 de Rayuela de Julio Cortázar)

Toco tu barbijo, con un dedo toco un borde de tu barbijo, voy dibujándolo como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu barbijo se bajara, y me basta cerrar los ojos para que no entre un virus y recomenzar, hago nacer cada vez el barbijo que deseo, el barbijo que mi mano elige y te cose a la cara, un barbijo elegido entre todos, con minuciosa pulcritud elegido por mí para dibujarlo con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu barbijo que sonríe blanco por debajo del que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más cerca y sin peligro y entonces jugamos al doctor, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, las pupilas se dilatan y no es síntoma de nada, se acercan entre sí nuestros ojos, se superponen y los doctores se miran, respirando confundidos, los barbijos se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose la tela, rozándose, apoyando apenas los labios en la tela, jugando con el aliento que se expande por las paredes del barbijo, un aire pesado va y viene con su olor a asepsia y a trapo limpio, nuevo y silencioso. Entonces mis manos frotadas en alcohol buscan hundirse en tu pelo recién enjuagado, tu pelo sin liendres, acariciar sin miedo la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de goma espuma, llena de gasa, llena de estropajo, de pasillos de hospital, de sala de espera del dentista. Y si nos mordemos no pasa nada, y si nos ahogamos de tanto absorber el propio aliento y se nos nubla la vista y se nos humedecen las mejillas, esa densa muerte es bella, es muerte pero limpia, libre de virus y bacterias. Y hay una sola tela y un solo sabor a pañuelo lavado y yo te siento palpitar contra mí como una canoa cubierta por una lona.
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