sábado, abril 11, 2009

Notas para un poema XXIX

Un NO como una catedral, como un transatlántico, la Torre Eiffel,
el Paraná. ¿Cómo es posible que semejante NO saliera de su boca?
Después calló y el No quedó flotando todavía en el aire, como si anunciara la tormenta de Santa Rosa o peor aún: las Siete Plagas de Egipto. “No hablemos más”, me dijo, y cerró la boca como para nunca jamás. Y en sus labios apretados se dibujó un implacable
signo menos.

Cuando se nos cae la voz como en un estanque podrido, hay que dejarla. Ya no tiene palabras que decir y es inútil recoger esa última inflexión estertórea. Mirémosla aletear en ese rato de efímera algarabía antes de que anide ajada y gris entre los cacharros de las buhardillas de la nada.

Dormite, Patri, la noche espeja al revés en los ojos del callado que rumia desvelos y yo tengo en la boca una estrella perpleja. Miramela de azul y de pulmones en trino, va arrullarte pronto, ya vas a ver. Vengo con los soldaditos mordidos, un disco de Los Beatles y un poema de Tuñón. Mostrame tu última figura de estar viva, la arcilla recién terminada que tiene mujer y un duende de sol en los pies. Dormite ahora que hace frío y en el país hay unos cuántos locos despintados que hablan de otra cosa. Moriremos por vivir de jugar en la vereda. Siempre atardece en los patios con
parra de la infancia. Ponete tu vestido de siempreenamorada y después de bailar la Pachamama con collares de luciérnagas y grillos, y después de un vino largo, dormite lindo y soñá con nosotros, las sobremesas interminables con abrazos; el café y los cigarrillos. Dormite, Patri, pedazo de sol, hermana mía, de mi corazón.

Ahí pasa la bicicleta con alas de José Pedroni. ¿La ves? Hay algo de mi yo en lo pedales. Un rumbo solar en el manubrio. No sé por qué estoy soplando. Y hago viento con las manos.

Ir a la muerte como si se fuera a nacer.

Imagino que voy a una fiesta en una casa de mi barrio.
En la vereda se escucha Midnight Blue, de ELO. Atravieso la puerta y adivino siluetas en el claroscuro del pasillo exterior.
Un ruido de fritura de púa en los surcos de un vinilo me recibe. Suena El jardín imaginario. Toco en las sombras perfumes de ayer. Camino a tientas. Desde la improvisada lamparita roja se adivinan las formas azules de la nostalgia. Ahora tengo 15 años y empiezo
a bailar con todas las novias de mi vida.