sábado, julio 31, 2010

Espantapájaros

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un espantapájaros decía pío pío
y toda la inmensa pradera florecía
también ciertos astros se hacían oír
entre las fiebres del rocío
los huesos luminosos
el revés de las sombras
el campo se agarraba de los árboles
en los dibujos de la cartelera
y los árboles del cielo
¿quién no se ha llenado los ojos
de monigotes como rayos de bicicleta?
un tacho puede ser una copa de cristal
un abrojo puede ser un beso
el mismo sol puede estar dos veces
yo conocí a un espantapájaros ventrílocuo
que en sus brazos de ramas
hacía cantar pájaros con otras voces
nunca se lo he contado a nadie
miedo a que no me crean
miedo a que me tomen por loco
cuando abra los brazos y alguien diga pío pío

lunes, julio 19, 2010

Dos

POEMA Y CAJA
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Una caja cerrada.
Parece vacía pero en su interior
hay un poema.
La nota pegada en la tapa dice:
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Esta caja contiene un poema.
Si se la abre, el poema desaparecerá.
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Este poema contiene una caja.
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PARA ESPIAR
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Aquí pongo
el ojo de una cerradura: (¡)
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Fijate, lector, si ves algo
del otro lado.
He colocado para vos
un poema desnudo.

domingo, julio 11, 2010

Cinco maneras de dejarme

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1

corriendo desnuda

despareja

boba

por las baldosas partidas

nada te tragará

ni en mil plegarias te tragará

no habrá un ojo de fuego

bajo la tierra

esperándote

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2

escribiendo en la pared

frente de casa

que no te busque

que no te escriba

que no te ame

la vida sigue ponés en rojo

y una flecha al final

señala el terreno baldío

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3

feliz feliz

saltando un elástico invisible

los árboles cabeceando

en la brisa del verano

con un muñeco que no hay

bajo tu brazo de arlequín

chin-chin de la copa que no está

azul violeta de una calle que no es

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4

con mi tristeza

de bancos de plaza en otoño

con papelitos dispersos

y atado a la cola de tu sombra

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5

en medio de la lluvia

cuando cae la tarde

y todo alrededor

donde soy el único actor

de la película

y no hay dobles

para la escena de llorar

lunes, julio 05, 2010

Salpicón de ave

En mi sueño

un ave se quitaba una pluma

y escribía sobre una piedra

un poema del tamaño de un anillo.

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Yo lo leía con tanto gusto

que me desperté feliz,

danzando por dentro la música

de aquellos versos.

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No recuerdo una sola palabra.

Ni cuál era esa letra vivaz del principio,

escurridiza en las grietas

y envuelta en su malla de baile.