sábado, julio 04, 2009

Barbijos (recreación del capítulo 7 de Rayuela de Julio Cortázar)

Toco tu barbijo, con un dedo toco un borde de tu barbijo, voy dibujándolo como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu barbijo se bajara, y me basta cerrar los ojos para que no entre un virus y recomenzar, hago nacer cada vez el barbijo que deseo, el barbijo que mi mano elige y te cose a la cara, un barbijo elegido entre todos, con minuciosa pulcritud elegido por mí para dibujarlo con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu barbijo que sonríe blanco por debajo del que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más cerca y sin peligro y entonces jugamos al doctor, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, las pupilas se dilatan y no es síntoma de nada, se acercan entre sí nuestros ojos, se superponen y los doctores se miran, respirando confundidos, los barbijos se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose la tela, rozándose, apoyando apenas los labios en la tela, jugando con el aliento que se expande por las paredes del barbijo, un aire pesado va y viene con su olor a asepsia y a trapo limpio, nuevo y silencioso. Entonces mis manos frotadas en alcohol buscan hundirse en tu pelo recién enjuagado, tu pelo sin liendres, acariciar sin miedo la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de goma espuma, llena de gasa, llena de estropajo, de pasillos de hospital, de sala de espera del dentista. Y si nos mordemos no pasa nada, y si nos ahogamos de tanto absorber el propio aliento y se nos nubla la vista y se nos humedecen las mejillas, esa densa muerte es bella, es muerte pero limpia, libre de virus y bacterias. Y hay una sola tela y un solo sabor a pañuelo lavado y yo te siento palpitar contra mí como una canoa cubierta por una lona.
.
.
Links: