miércoles, diciembre 22, 2010

Ahí va el diez

Ahí va el diez
cruzando Larrazábal por Juan Bautista Alberdi
de la mano de su madre.
En sus pensamientos, va,
torpe y bello bajo el sol de diciembre.
La camiseta flamante de la selección, la de Messi,
bien calzada y ganando la avenida,
un pantalón capri azul y zapatillas blancas.
Y a mí me dan ganas de que los autos suelten trompetas,
de que los árboles aplaudan, que cada quien salte y grite
en su tribuna imaginaria.
¿No me verán mis muertos trinar de amor en esta calle,
en esta tarde dulce donde todo merece ser amado?
Ahí sigue el diez caminando como puede,
con todo el sol de diciembre en los hombros.
Qué lindo sería tirarle un centro
y que él se vuelva pájaro de un salto.
Su madre lo sujeta como para que no se vuele.
Su madre tiene las arrugas más buenas que se pueden tener,
y seguro es campeona en lo suyo.
Me dan ganas de llorar con mi camiseta
del Beto Alonso anudada al cuello.
Llorar hasta agotar mi rabia.
Si el síndrome de Down fuera una pelota,
yo la patearía bien fuerte y lejos, muy lejos,
como para hacerle a Dios un gol de emboquillada.