Voy a buscar a mi hija al jardín de infantes.
La salida es por un portón lateral y cuando llego
ya hay varios padres esperando. Al rato,
la señorita maestra abre el portón y les pide
a los alumnos que se apuren. Enseguida alcanzo a ver
a Agustina entre tantos guardapolvos celestes
que se agolpan en medio de un bullicio.
Cuando al fin sale y la tomo de la mano, Agustina
se detiene en los pies de la señorita que marcan el paso
dando golpes impacientes con las puntas, y con un claro
gesto de asombro en sus ojos, me dice:
-Papa: esa señorita tiene los zapatos enojados.
La salida es por un portón lateral y cuando llego
ya hay varios padres esperando. Al rato,
la señorita maestra abre el portón y les pide
a los alumnos que se apuren. Enseguida alcanzo a ver
a Agustina entre tantos guardapolvos celestes
que se agolpan en medio de un bullicio.
Cuando al fin sale y la tomo de la mano, Agustina
se detiene en los pies de la señorita que marcan el paso
dando golpes impacientes con las puntas, y con un claro
gesto de asombro en sus ojos, me dice:
-Papa: esa señorita tiene los zapatos enojados.
11 comentarios:
Otra escena de cuando mi hija Agustina tenía 4 años.
Los niños leen los gestos más allá de la palabra.
Un besito Máximo :-)
Recuerdos inolvidables. Abrazos.
Tierno y genial.
Un cariñoso saludo.
Bellísima anécdota de Agus, ¡cuánta razón tienen los críos y qué capacidad de observación! Un beso volador para ambos, desde este lado del mundo y con el cariño de siempre.
Que buen blog, gracias por tus visitas, es un muy bueno pasar por acá, Un abrazo
Buenísimo! Los niños son más perspicaces que nosotros, unos peritos en lenguaje corporal.
Besote
DE tal palo tal astilla...mirada poética...
Bohemia
Muy tierno y con mucha verdad real. Qué bueno.
Un abrazo.
Gracias por los comentarios, por pasar y leer. Besos y abrazos.
los zapatos docentes están enojados porque los zapatos parentales son impuntuales.
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